La
presidenta de la FAPA Miguel Virgós invita a reflexionar «sobre el pago en B
por los refuerzos y el tipo de sociedad que inculcamos a los hijos»
Tres días después del primer fin de semana de la huelga de deberes, el
debate continúa abierto. «Las tareas que los alumnos llevan a casa son solo la
punta del iceberg de un sistema que ya no funciona y que hay que revisar, como
las ratios o el currículum, amplísimo, que a los profesores no les da tiempo a
enseñar. Desde luego, algo está fallando en los centros educativos cuando el
90% del alumnado, especialmente de Secundaria, va a clases particulares y
quienes no lo hacen es porque no disponen de recursos para ello. Eso es
terrible». Ésta es una de las reflexiones que hizo ayer la presidenta de la
Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA) Miguel Virgós, Elena
González, en la entrevista que le hizo Juan Neira en el programa 'La Lupa', de
Canal 10.
Aseguró que una buena parte de ese refuerzo académico -especialmente en
Secundaria, «aunque en Primaria empiezan cada vez más pronto»- «se realiza en
domicilios, con pagos en dinero B, frente a academias, que cuentan con
profesionales y una actividad económica. Son datos que no se saben ni se
cuantifican, pero que sí conocemos las familias. Entonces, ¿qué tipo de
sociedad estamos inculcando a nuestros hijos si contribuimos a potenciar
actividades ilegales?», se preguntó. González -quien descarta el término huelga
para hablar de 'jornadas de reflexión sobre los deberes'- apuntó que la
iniciativa impulsada por la Ceapa «no es ninguna ocurrencia». «En Asturias
llevamos tiempo intentando abrir un debate sobre los tiempos escolares. Así lo
planteamos en el seno del Consejo Escolar, pero los sindicatos no quisieron
hablar de ello porque los identifican con jornada escolar. Pero es hablar de
muchas otras cosas: cuánto tiempo están abiertos los centros, los deberes, el
modelo educativo...».
«Tenemos el apoyo docente»
Preguntada por el respaldo de la movilización, indicó que «ha sido un éxito
y hemos contado con la colaboración mayoritaria de los docentes, que
comprendieron bien nuestra posición. Hubo alguna excepción porque ya se habían
fijado exámenes de antemano, pero el porcentaje de niños que sí hizo deberes
fue tan solo de un 10%. También, por algún tipo de amenaza». Este amplio
respaldo revela, en su opinión, que «los docentes no se sienten desautorizados,
tal y como indicaban las centrales. No queremos eso. ¿Cómo vamos a hacerlo si
dejamos en sus manos a quienes más queremos? Pero tampoco vemos bien que los
deberes se nos impongan como obligación ya que genera desigualdades para
aquellas familias que no disponen de tiempo o de recursos». «Llegan plagados de
tareas y están hasta las diez y once de la noche», añadió en referencia a la
ESO. «Aunque hay incluso deberes en Infantil, lo que no tiene ningún sentido»,
apostilló.
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